La distancia no me deja abrazarte con fuerza y gritarle al mundo que te
amo. Amo tu generosidad. Demostración diaria de tu incondicionalidad.
Amo cada segundo de nuestros días. Sencilla expresión de nuestra
devoción mutua. Privilegio máximo de nuestros sentidos. Amo
contemplarte. Deternerme en el tiempo, sin urgencias, ni prisas, ni
imprevistos, sólo para asombrarme y emocionarme descubriéndote en el
silencio profundo de la sorpresa diaria. Te amo. Y esta frase no es
casualidad. Es una frase responsable y contundente. Noble y exigente.
Emocionantemente comprometida con la felicidad, con la lealtad y con un
futuro cómplice y eterno.